Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain


El día que lo iba a leer”… no entendía cómo Tom Sawyer podía faltar en un libro acerca de las aventuras de quien fuera su mejor compañero. Y aunque ciertamente me habían comentado que Tom formaba parte de la historia, me advirtieron que lo hacía de manera muy breve.

Mi pronóstico entonces fue que se trataba de una mala obra, pues Huck Finn, a juicio del que aquí escribe, resultaría un personaje aburrido sin la compañía de Tom Sawyer. Después de todo, ¿quién era el de las grandes ideas sobre barcos piratas, bandas de asaltantes, tesoros escondidos y todas esas cosas? No. Definitivamente Las aventuras de Huckleberry Finn sería una mala historia sin la participación estelar de Tom Sawyer.

Mi instinto nunca me ha fallado. Y cuando digo que un libro es malo… es malo. Aunque ciertamente el muchacho Huck sorprende al principio de la obra, pues desde la primera página habla en primera persona y se dirige directamente a quien lo lee. Y eso es algo que desconcierta de forma agradable, pues se encuentra uno conversando con Huckleberry desde el comienzo de la historia.

Huck Finn es un chico noble a pesar de la desgraciada vida que lleva. Ya todos sabemos, gracias a las extraordinarias Aventuras de Tom Sawyer, que su papá era el borracho del pueblo, que “iba y venía según le daba su gana, que dormía en los quicios de las puertas, que no tenía que ir a la escuela o a la iglesia y no reconocía amo ni señor ni tenía que obedecer a nadie” (1).

En lo que atañe al libro que recomendamos, por azares de la desgracia el desamparado Huckleberry se encuentra con el negro Jim en la Isla Jackson del Río Mississippi, la cual está cerca de San Petersburgo, pueblo del que ambos escaparon. Jim había huido para evitar ser vendido por sus amos, pues era un esclavo, y Huck huyó para evitar ser civilizado por la señora Watson (dueña de Jim, por cierto) y de paso para ahorrarse los golpes de su padre.

En la isla que en otros tiempos fuera escenario de grandes aventuras protagonizadas por Tom Sawyer, Huckleberry Finn y el negro Jim deciden dirigir su huída hacía tierras donde la esclavitud ha sido abolida, por lo que navegan en una pequeña balsa sobre las aguas tranquilas del Mississippi.

Las aventuras del mejor amigo de Tom Sawyer son muy distintas a las que disfrutamos en el libro que precede a la obra que nos ocupa, pues cuando Tom estaba al mando sabíamos que en todo momento el chico estaba planeando escenas muy divertidas, en las cuales involucraba, por supuesto, a todos los personajes secundarios que lo rodeaban.

En el libro de Huck Finn el encargado de proveer las aventuras es el Río Mississippi, y en su búsqueda de la libertad, los fugitivos ya mencionados encuentran desde familias tipo Montesco matando a Capuletos, y viceversa, a fanáticos religiosos de alto riesgo. También en una de sus aventuras se unen a una compañía de teatro integrada principalmente por la realeza.

En particular hay una escena de esta historia que me conmovió hasta el llanto. Y trata sobre una anécdota que el negro Jim relata a Huckleberry, en la cual le confiesa un gran remordimiento.En resumidas cuentas, el remordimiento que perturba a Jim es por haber bofeteado en cierta ocasión a su hija de cuatro años por no haber acatado una simple orden. Jim relata a Huckleberry cómo su niña lloraba desconcertada y tirada en el suelo después de haberle sonreído tiernamente. Y narra cómo él mismo estalla en llanto al descubrir que la pequeña no obedecía porque estaba sorda, lo cual, por supuesto, el negro Jim ignoraba.

La personalidad noble y el desamparo social de Jim y Huckleberry logran por momentos la catarsis característica de los grandes clásicos, pues hay pasajes de esta historia en que la sensibilidad es guiada por rincones en los uno no puede sino romper en llanto.Una vez adentrados en la lectura de esta gran novela, escrita por Mark Twain (1835-1910) durante el último cuarto del siglo XIX, se admite sin remordimientos que personajes como Tom Sawyer debieron haber sido marginados quizá de toda la historia.

(1) Las aventuras de Tom Sawyer (1876).

Libro recomendado por Baldomero Zamora Lomelí